Leyenda precolombina de la creación del mundo
Leyenda precolombina de la creación del mundo
Según la cultura de los Chibchas, también llamados Muiscas, la creación de la vida y de la luz es obra de Nemequene.
Los chibchas son un pueblo amerindio que habitaron las riberas del río Magdalena, cerca de Bogotá, Colombia. En el pasado ocupaban parte de la actual Panamá y los altiplanos de la cordillera Oriental de Colombia.
Los chibchas son un pueblo amerindio que habitaron las riberas del río Magdalena, cerca de Bogotá, Colombia. En el pasado ocupaban parte de la actual Panamá y los altiplanos de la cordillera Oriental de Colombia.
En el comienzo todo era oscuro, sin vida y desolado, los únicos seres vivos sobre la tierra eran el dios Nemequene, su mujer y su hijo.
Nemequene quiso crear la vida y la belleza sobre la faz de la tierra. Así, tomando un poco de barro modeló las figuras de los hombres y de los animales. Trabajó muchos días en su obra, pero las figuras no tenían vida, no podían moverse ni respirar. Pasaron años y solo seguían siendo Nemequene y su familia.
Nemequene llamó a su hijo y lo envió al cielo para que iluminara la tierra, convirtiéndose en Súa, el sol, para iluminar de pronto el mundo oscuro. Comenzaron a crecer los árboles y las plantas, empezó a correr el agua, formando ríos y lagos, además le dio vida a las figuras de barro.
Las figuras pasaron a ser pájaros, otros se convirtieron en peces, otros se convirtieron en animales y otros en seres humanos.
Las figuras pasaron a ser pájaros, otros se convirtieron en peces, otros se convirtieron en animales y otros en seres humanos.
Sin embargo, las personas creadas por Nemequene no eran del todo felices, pues la luz y el calor que Súa les daba les llegaba solamente por algunas horas. Cada noche, mientras Súa descansaba, volvía la oscuridad, entonces las personas le pidieron ayuda a Nemequene.
Nemequene subió al cielo y se convirtió en Chía, la luna para ayudarlos. Así compartió la tarea de iluminar el mundo con su hijo Súa. Apartir de ese momento las personas quedaron contentas, y nunca olvidaron de darle las gracias.
Además celebraban fiestas en honor de Súa y de Chía y a veces dedicaban sus hijos al sol y a la luna llamando a tales niños "Suachias" antes de darles nombres propios. Así fue como se produjo la vida en el mundo, según los chibchas.
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